¿Por qué mi perro come piedras?
Si has notado que tu perro juega con piedras o, peor aún, se las come, seguramente te has preguntado qué lo lleva a hacerlo y cómo puedes evitarlo. Te adelantamos que no serías la primera persona que llega a nuestra clínica y nos suelta un «¿Por qué mi perro come piedras?» y, es que, este comportamiento es común en algunos perros, pero puede ser muy peligroso y debe corregirse lo antes posible para evitar problemas de salud a largo plazo.
¿Por qué un perro puede llegar a comer piedras?
Aunque parezca sorprendente, los perros pueden ingerir piedras por un montón de motivos diferentes, algunos físicos y otros relacionados con su comportamiento. Estas son algunas de las razones más habituales:
Curiosidad: Los cachorros y perros jóvenes exploran el mundo con la boca. Para ellos, una piedra puede parecer un juguete más y, sin darse cuenta, pueden acabar tragándola.
Ansiedad: El aburrimiento, la falta de estimulación o la ansiedad por separación pueden llevar a los perros a desarrollar comportamientos tóxicos, como morder y comer objetos en los que no se interesarían en otro momento de su vida, incluidas las piedras.
Deficiencias nutricionales: Las carencias en la alimentación pueden hacer que los perros busquen minerales en fuentes poco convencionales y sí, eso incluye las piedras. Esto ocurre especialmente en dietas poco equilibradas en las que se ofrecen piensos de muy baja calidad durante largos periodos de tiempo.
Pica: La pica es un trastorno que lleva a los perros a ingerir objetos no comestibles. Puede estar relacionado con problemas digestivos, desequilibrios en la dieta o incluso enfermedades como la diabetes o problemas hepáticos.
Falta de ejercicio: Un perro que no recibe suficiente actividad física y mental puede encontrar en las piedras una forma de entretenimiento o un recurso para llamar la atención de los dueños. Como hemos comentado en el blog en varias ocasiones, es muy importante mantener una actividad física diaria para que el animal se mantenga activo y entretenido y evite esta clase de comportamientos.
¿Cómo saber si mi perro juega con piedras?
Ahora que sabemos los motivos que llevan a un perro a comer piedras, hay que responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos darnos cuenta de que nuestro perro ha convertido las piedras en su «juguete» favorito?
El primer indicio – y el más evidente – suele ser su nuevo interés por ellas. Si notas que durante los paseos se detiene repetidamente para olisquear y mordisquear piedras, es muy probable que esté desarrollando algún tipo de obsesión con ellas. Algunos perros van más allá y comienzan a empujarlas con el hocico, lanzarlas al aire e incluso masticarlas con insistencia, como si fueran un juguete más. Si esto empieza a suceder con frecuencia, es importante prestarle atención antes de que el hábito se vuelva peligroso.
Otra pista evidente es empezar a encontrar piedras en los lugares favoritos del perro. Si tu perro pasa tiempo en el jardín o en un área donde hay piedras pequeñas y descubres que lleva algunas a su cama o las guarda entre sus juguetes, es probable que haya empezado a verlas como parte de su catálogo de opciones con las que jugar. También puedes notar signos físicos en su boca: el desgaste excesivo de los dientes o pequeñas fracturas en ellos son un claro indicio de que ha estado mordiendo objetos duros.
Por último, el comportamiento de tu perro después de jugar puede darte más pistas. Si comienza a sufrir vómitos inexplicables, dificultad para defecar o cambios en su apetito, es posible que haya ingerido fragmentos de piedra sin que te des cuenta. Estos síntomas pueden pasar desapercibidos en un principio, pero si se repiten con frecuencia, es fundamental acudir al veterinario para descartar problemas digestivos o incluso una obstrucción intestinal que pueda provocar graves problemas de salud a largo plazo.
¿Qué consecuencias tiene que un perro coma piedras?
Como decimos, que un perro coma piedras puede derivar en problemas de salud bastante graves, algunos de los cuales pueden requerir intervención veterinaria urgente. Entre las consecuencias más comunes están:
- Problemas digestivos: Las piedras pueden causar irritación en el estómago y los intestinos, lo que puede provocar vómitos, diarrea y dolor abdominal.
- Obstrucción intestinal: Si la piedra es demasiado grande, puede quedar atrapada en el tracto digestivo, lo que genera una obstrucción que requiere cirugía urgente.
- Dolores en dientes y encías: Morder piedras de manera repetida puede desgastar los dientes de tu perro, provocando fracturas dentales y problemas en las encías.
- Asfixia: Las piedras de mayor tamaño podrían quedar atascadas en la garganta del animal impidiendo la respiración.
- Intoxicación: Algunas piedras pueden contener sustancias químicas o contaminantes peligrosos para la salud del perro.
¿Cómo evitar que mi perro siga comiendo piedras?
Con todo lo que hemos explicado hasta ahora, queda claro que tenemos que evitar que los perros coman piedras para evitar las visitas de urgencia al veterinario. La clave está en entender por qué lo hace y ofrecerle alternativas más seguras y atractivas. Si la causa es el aburrimiento, la solución pasa por proporcionarle más ejercicio y estimulación mental. Un perro que gasta su energía en juegos, paseos y actividades interactivas es menos propenso a desarrollar hábitos peligrosos. Los juguetes adecuados juegan un papel fundamental: ofrecerle objetos diseñados para morder y manipular con la boca hará que pierda interés en las piedras.
Durante los paseos, vigilarlo es muy importante. Mantenerlo con correa en zonas donde haya muchas piedras y enseñarle órdenes básicas como «deja» o «suéltalo» hará que puedas corregirlo en el momento justo. No se trata de castigar, sino de redirigir su atención de forma positiva y ofrecerle algo mejor a cambio, como un premio o un juguete. Si tienes jardín con piedras en casa y tu perro suele jugar en él, sustitúyelas por césped para evitar tentaciones.

Veterinario Especialista en Dermatología Canina y Felina | Máster en Anestesiología
Director de Clínica Veterinaria Argos desde hace 30 años.
Comprometido con la medicina veterinaria, especializado en dermatología canina y felina, así como en anestesiología. Participo activamente en congresos nacionales e internacionales para mantenerme al día de las nuevas tendencias y tratamientos.