¿Qué es la displasia de cadera que pueden sufrir los perros?
Cada vez son más las personas que vienen a nuestra clínica veterinaria y nos preguntan sobre la displasia de cadera en los perros. Respecto a ello, debemos decir que esta enfermedad de los huesos y las articulaciones afecta de manera distinta a los perros, de ahí que expliquemos estas diferencias en las siguientes líneas.
¿Qué es la displasia y cómo afecta a los perros?
Para comenzar, diremos que la displasia de cadera o coxofemoral es una patología que sufren muchos perros, ya que es hereditaria y la suelen desarrollar cuando tienen en torno a 5 o 6 meses de edad. No obstante, lo más habitual es que los síntomas aparezcan en la edad adulta, puesto que también es una enfermedad degenerativa que puede ser muy dolorosa para estos animales. Incluso puede llegar a incapacitar sus extremidades traseras.
Etimológicamente, esta palabra procede del griego, cuya traducción sería «dificultad para formarse», de ahí que se considere una malformación de la articulación coxofemoral, la cual une el fémur con la pelvis. Así, cuando el perro va creciendo, la cadera no adopta la forma adecuada, sino que se va desplazando hacia los laterales, lo que deriva en una luxación que impide el movimiento correcto.
Además, esta malformación se agrava con el tiempo, de ahí que los síntomas puedan ser más evidentes cuando el perro ya es adulto. Esto, a su vez, provoca que el animal sufra dolores o cojeras y que tenga serias dificultades para hacer algunas actividades diarias, como, por ejemplo, subir escaleras o sentarse. Igualmente, esto puede acarrear otros efectos secundarios, como la osteoartrosis.
Distintos grados de displasia de cadera en los perros
La displasia de cadera en perros se clasifica en distintos grados, que varían según la gravedad de la afección. Esta clasificación es crucial para determinar el tratamiento más adecuado y para comprender cómo puede evolucionar la enfermedad en el animal. Los grados se determinan generalmente mediante exámenes radiográficos y la evaluación de un veterinario especializado.
- Grado A – Sin displasia de cadera: En este grado, el perro no muestra signos de displasia. Las articulaciones de la cadera se presentan normales, con un encaje perfecto del fémur en la cavidad de la cadera. Los perros en este grado tienen un riesgo muy bajo de desarrollar problemas relacionados con la displasia de cadera en el futuro y se consideran ideales para la cría, desde el punto de vista genético, para evitar la transmisión de esta patología.
- Grado B – Sospecha leve de displasia: Aquí, hay una ligera sospecha de displasia. Esto puede significar que hay una mínima irregularidad en la articulación, pero sin signos claros de enfermedad. Los perros en este grado pueden llevar una vida normal sin restricciones significativas, pero se recomienda un seguimiento periódico y evitar la cría para no propagar posibles tendencias genéticas hacia la enfermedad.
- Grado C – Displasia leve: En este grado, la radiografía muestra signos leves de displasia. Puede haber un ajuste menos que perfecto del fémur en la cavidad de la cadera, con algunos signos de cambios artríticos. A menudo, estos perros pueden no mostrar síntomas evidentes, pero deben ser monitoreados para detectar cualquier signo de dolor o dificultad en el movimiento. El ejercicio moderado y un control de peso son importantes en estos casos.
- Grado D – Displasia moderada: Los perros con grado D muestran síntomas más claros y evidentes de displasia. La radiografía revela un encaje inadecuado con cambios artríticos más pronunciados. En este grado, los perros pueden empezar a mostrar síntomas como cojera o dificultad para levantarse. El tratamiento puede incluir medicamentos para el dolor, suplementos para las articulaciones y, en algunos casos, puede ser necesaria la intervención quirúrgica.
- Grado E – Displasia severa: Este es el grado más grave de displasia de cadera. Los perros en este nivel tienen una mala conformación de la articulación, con cambios artríticos significativos y a menudo sufren mucho dolor. La calidad de vida de estos perros puede verse severamente afectada, requiriendo un manejo intensivo que puede incluir medicación para el dolor, terapia física y, en muchos casos, la cirugía puede ser la única opción para mejorar su bienestar.
No hemos de olvidar que, aunque el trastorno se encuentre en las primeras fases, puede empeorar con el paso del tiempo. Por este motivo, es importante aplicar los cuidados adaptados a cada grado si la displasia se detecta a tiempo. Igualmente, estos tratamientos deben ser supervisados por un especialista.
¿Qué perros pueden sufrir esta enfermedad?
Aunque puede aparecer en todo tipo de perros, es cierto que hay razas más sensibles a que se desarrolle este problema, sobre todo en perros de raza grande. Por ejemplo, el pastor alemán es propenso a tener este problema, aunque hay más, como el pastor belga malinois, el mastín del Pirineo, español y napolitano, el san bernardo, el husky siberiano o el bulldog francés, inglés y americano.
Hay que decir que cada perro es diferente, por lo que es recomendable que estemos atentos a cómo caminan para poder intervenir cuanto antes en caso de padecer la displasia. En este sentido, los síntomas que nos alertan de que nuestro perro puede tener esta enfermedad son la inactividad, el rechazo a jugar o a salir, los dolores de cadera o de pelvis, la espalda curva o la dificultad para levantarse.
En resumen, si notamos que nuestro perro presenta problemas para caminar o que le impidan tener una rutina normal, debemos acudir a un especialista como los que tenemos en la clínica veterinaria Argos. Sin duda, esta es la mejor manera de determinar qué le está ocurriendo.
Veterinario Especialista en Dermatología Canina y Felina | Máster en Anestesiología
Director de Clínica Veterinaria Argos desde hace 30 años.
Comprometido con la medicina veterinaria, especializado en dermatología canina y felina, así como en anestesiología. Participo activamente en congresos nacionales e internacionales para mantenerme al día de las nuevas tendencias y tratamientos.